Cuando mueren los detalles (Vida matrimonial)
Por: Martín Vázquez vega)
Después de varios años sin verse, Carmen y Patricia, dos grandes amigas de infancia, se encuentran y al cabo de un rato están ya “prendidas” chismeando y recuerdan detalles y anécdotas que vivieron cuando eran solteras. Luego de abordar algunos temas, poco a poco vuelven a sentir que siguen siendo amigas y confidentes. Y llegan al tema de la vida matrimonial.
-Y a ti, ¿cómo te ha ido con Armando? –pregunta Patricia .
-En realidad ni yo misma entiendo lo que pasa. En los primeros meses de casados todo iba bien , color de rosa, como en los cuentos de hadas y princesas, hasta que con el tiempo mi príncipe se convirtió en sapo, o sea se quitó la máscara y se mostró tal cual era -revela Carmen.
-Pues a mí -interrumpe Patricia- me ha pasado casi lo mismo, ¿Qué causalidad, no?, Antonio ya no me pone atención como antes y ya no se arregla elegante como cuando me enamoraba. Es más, si vieras la panza de perro milpero que hoy carga, no se si porque ya no hace deporte o por las chevas que toma con sus amigos constantemente. Además, la mayor parte de su tiempo se la pasa acostado sin hacer nada, viendo la tela y no mueve un dedo en la casa, su dedo solo sirve para el control remoto de la tele.
Con esta breve historia de dos amigas me viene a la mente la siguiente reflexión.
1-Si los hombres fuéramos menos machistas e insensibles descubriríamos que la mujer que tenemos como esposa merece mucho más de lo que le estamos dando.
2-Vivimos en un mundo tan lleno de preocupaciones y compromisos que olvidamos que el ser humano tiene también una zona espiritual, humana, propensa a sucumbir ante los embates del materialismo, el hedonismo, el pragmatismo, el consumismo. Así, nos olvidamos de esa mujer que Dios puso en nuestro camino y nos dio como compañera.
3-Cuando un joven está realmente enamorado su comportamiento, su forma de vestir, hablar y mirar tienen un no se qué, le brillan los ojos, es atento, servicial, caballero y educado con todo el mundo. Entonces , ¿por qué un hombre luego de dos o tres años de casado se “arrutina” y descuida detalles, ya sea con su pareja o en su persona?.
4-No pocas señoras se quejan de que sus maridos las tienen ya descuidadas, como un mueble más de la casa, porque ya no las tratan como antes, ya no les llevan regalitos, flores o serenatas como cuando eran novia y les visitaba su príncipe azul, si no en un caballo plateado como en los cuentos, al menos en una bicicleta montañesa.
5-¿Por qué el hombre descuida su apariencia física, ya no le importa su salud ni presentación personal? ¡Por qué le crece la panza? Lo que debería de crecerles cada día es el corazón, no la panza. Ni lo que tienen centímetros más abajo entre las piernas. Esto no importa, solo importa la intensidad del amor, que sean otra vez detallistas, tiernos, amorosos, atentos y amables. Que sigan valientes como príncipes, ¡no se arrastren ni brinquen como sapos! (Martín Vázquez)
Por: Martín Vázquez vega)
Después de varios años sin verse, Carmen y Patricia, dos grandes amigas de infancia, se encuentran y al cabo de un rato están ya “prendidas” chismeando y recuerdan detalles y anécdotas que vivieron cuando eran solteras. Luego de abordar algunos temas, poco a poco vuelven a sentir que siguen siendo amigas y confidentes. Y llegan al tema de la vida matrimonial.
-Y a ti, ¿cómo te ha ido con Armando? –pregunta Patricia .
-En realidad ni yo misma entiendo lo que pasa. En los primeros meses de casados todo iba bien , color de rosa, como en los cuentos de hadas y princesas, hasta que con el tiempo mi príncipe se convirtió en sapo, o sea se quitó la máscara y se mostró tal cual era -revela Carmen.
-Pues a mí -interrumpe Patricia- me ha pasado casi lo mismo, ¿Qué causalidad, no?, Antonio ya no me pone atención como antes y ya no se arregla elegante como cuando me enamoraba. Es más, si vieras la panza de perro milpero que hoy carga, no se si porque ya no hace deporte o por las chevas que toma con sus amigos constantemente. Además, la mayor parte de su tiempo se la pasa acostado sin hacer nada, viendo la tela y no mueve un dedo en la casa, su dedo solo sirve para el control remoto de la tele.
Con esta breve historia de dos amigas me viene a la mente la siguiente reflexión.
1-Si los hombres fuéramos menos machistas e insensibles descubriríamos que la mujer que tenemos como esposa merece mucho más de lo que le estamos dando.
2-Vivimos en un mundo tan lleno de preocupaciones y compromisos que olvidamos que el ser humano tiene también una zona espiritual, humana, propensa a sucumbir ante los embates del materialismo, el hedonismo, el pragmatismo, el consumismo. Así, nos olvidamos de esa mujer que Dios puso en nuestro camino y nos dio como compañera.
3-Cuando un joven está realmente enamorado su comportamiento, su forma de vestir, hablar y mirar tienen un no se qué, le brillan los ojos, es atento, servicial, caballero y educado con todo el mundo. Entonces , ¿por qué un hombre luego de dos o tres años de casado se “arrutina” y descuida detalles, ya sea con su pareja o en su persona?.
4-No pocas señoras se quejan de que sus maridos las tienen ya descuidadas, como un mueble más de la casa, porque ya no las tratan como antes, ya no les llevan regalitos, flores o serenatas como cuando eran novia y les visitaba su príncipe azul, si no en un caballo plateado como en los cuentos, al menos en una bicicleta montañesa.
5-¿Por qué el hombre descuida su apariencia física, ya no le importa su salud ni presentación personal? ¡Por qué le crece la panza? Lo que debería de crecerles cada día es el corazón, no la panza. Ni lo que tienen centímetros más abajo entre las piernas. Esto no importa, solo importa la intensidad del amor, que sean otra vez detallistas, tiernos, amorosos, atentos y amables. Que sigan valientes como príncipes, ¡no se arrastren ni brinquen como sapos! (Martín Vázquez)